Hay dos opciones siempre,
sufrir o no sufrir.
Como somos masoquistas,
porque lo hemos visto desde niñxs, como toda nuestra vida hemos estado viviendo
al lado de gente a la que le va el rollo maso, normalmente elegimos sufrir.
Porque además está mucho mejor visto. ¡Anda que no fastidia una persona
feliz! ¡Una persona que nos quita la oportunidad de lamentarnos por ella, de
compararnos, de dar consejos! ¡Que incluso nos refleja nuestra propia
posibilidad de ser felices y no somos! Gente muy incómoda la gente feliz.
Pero
¿sabes qué? Hay otra opción. Siempre. Puedes mirar hacia un lado o hacia otro.
Puedes elegir pelearte con todo o no pelearte con nada. Una cosa te hace sufrir
y la otra no.
Si
no te peleas, si no deseas con todas tus fuerzas, y tu rabia y tus lágrimas,
que las cosas no sean como son, si en lugar de eso, miras tu realidad y la
abrazas, y la aceptas, se acaba el dolor.
Ya
no hay razones. En ese instante dejas de tener motivos para sufrir. Y no hacen
falta terapias, ni pastillas, ni rituales,ni meditaciones, ni nada.
Porque
además,es que las cosas son como son. Tienes la enfermedad que tienes (bueno,
la que te han dicho que tienes, alguien que le invento ese nombre a eso que te
pasa , el dinero que tienes, la relación que tienes, las cosas son como son.
Nada más.
Pero
lo que tú haces con eso, con tu cuento,si eliges amarlo o detestarlo, es tu
decisión.
Tu
felicidad y tu paz depende solo de ti. De nada ni de nadie más.
O
coges el látigo o te haces el amor.
A
mi me gusta más hacerme el amor. Mucho más.
Sobre
todo porque el látigo, duele. Y el amor no.
-Viajamor II / Elena Alonso –